domingo, 24 de abril de 2011

¿Paralelismos?

He leído recientemente a un autor argentino la frase:

<< El desprecio por el trabajo cuando éste no rinde beneficios inmediatos, es una herencia española>>. Al margen de otras consideraciones que haré, a bote pronto y siendo nativo de El Ejido, ni me reconozco, ni a mis paisanos, en esa filosofía.

Muy al contrario, (siendo esta la tierra de las tres cosechas, mocos, legañas y esparto), ha sido basándose en el valor trabajo, como los ejidenses y por extensión el conjunto de los almerienses, hemos sido capaces de transformar un desierto, y sin suelo, en un vergel productivo generador de vida y riqueza.

Eso no evita que emulando el modelo argentino, hayamos caído en el victimismo de querer encontrar la “fuente” de todos nuestros males en el exterior. Con demasiada frecuencia los almerienses hemos enlazado una crisis tras otra; primero fue la minería, después fue el parral, y ahora estamos en la horticultura.

Siempre hay un denominador común, la costumbre de culpar a los demás de lo mal que nos va como individuos y como sociedad. Hemos creado una “maquina” de los pretextos que genera periódicamente alguno que nos “libera” de asumir las responsabilidades de nuestro pasado; y practicando la política del avestruz, nos convierte en actores pasivos de nuestro futuro.

El PAL ha venido utilizando, en clave municipal, el modelo victimista como bandera; lo triste es que le ha funcionado, con lo cual se ha generado un clima de tolerancia hacia determinado tipo de conductas impregnadas de corrupción. Los vivos del PAL no creen en la justicia, son capaces de poner en cuestión hasta el ESTADO DE DERECHO.

La tenacidad y perseverancia que ha venido siendo un rasgo común definitorio de la filosofía de vida de los pobladores del territorio, casa mal con la creencia de que el nivel de inteligencia se mide por el número de dígitos de la cuenta corriente; fruto con demasiada frecuencia del “pelotazo”, y/o de la falta de transparencia.

El autor de “La Cruz Invertida”, me refiero al escritor argentino en cuestión, manifiesta que los argentinos se han quedado con la parte española del que busca un “El Dorado” que los libre de la necesidad de ensuciarse las manos y sudar. Repito que no es nuestro caso, sino todo lo contrario, pues ha sido con sangre, sudor y lágrimas como hemos llegado donde estamos.

Y aunque es cierto que al llegar a una encrucijada podemos sentir la incertidumbre de la elección del camino a seguir; lo que propongo es que encaucemos nuestras energías emocionales hacia los objetivos que más nos convienen; ya es hora de que nos desprendamos de los falsos ídolos y nos concentremos en los contenidos.

Es absolutamente falso que todo el mundo esté contra nosotros, cualquiera que haya viajado un mínimo entenderá que fuera de nuestras fronteras el sentimiento que mas despertamos es el de la admiración y en cierto modo, una envidia sana. Ese sentimiento es el que tenemos que seguir cultivando, y para ello nada mejor que dejar de esconder la cabeza debajo del ala, sino por el contrario, afrontar la realidad, nuestras distintas realidades si quiere el lector, pero tal cuales son.

La realidad del desgobierno municipal, “hija” de un modo y maneras de entender la política, cual es la elección de un candidato a dedo, pensado solo para la defensa de unos intereses de clase, absolutamente sectarios. Y finalmente esa “hija” nos sale rana, y en un maridaje inconfesable con el PSOE, nos hipotecan de por vida.

La otra realidad, la de nuestra agricultura, afrontando los dos grandes retos que nuestros mayores consumidores nos demandan con mayor insistencia cada día que pasa. La ausencia total de pesticidas en su dieta, y una remodelación territorial que garantice una producción medioambientalmente sostenible. Esos son los dos grandes retos pendientes, cuanto antes los afrontemos, menos traumático será el proceso.