domingo, 20 de junio de 2010

¿Tiene vd. "Llacuchi"?.

La pregunta guarda relación con la aparición de una “paisana” ejidense en el programa de la cadena de TV “La sexta” en el que entre otras cosas alardeaba de disponer de una bañera de hidromasaje, porque su status de “mujer rica” se lo permite.

Evidentemente no voy a entrar en el terreno personal respecto a lo que me parece la intervención y participación de esta señora en el programa; ni la conozco, ni tengo interés, ni voy a coartar la libertad de nadie cuando se decide dar la imagen que da.

La sola pronunciación del término y lo que representa en cuanto al modo de vivir, han sido el detonante que provoca que dedique al tema unas líneas; mas por lo representa y pueda repercutir, una vez mas para El Ejido, que porque tenga tiempo ni quiera dedicarle, en lo personal, ni un minuto del que dispongo.

La pregunta que encabeza ésta entrada al blog va dirigida a ese 99,99% de mujeres ejidenses que, me temo no disponen en sus respectivos domicilios de tan sofisticado instrumento. Bien es verdad que la pregunta en cuestión podría estar acompañada por otras como: ¿Vive vd, en el piso catorce del edificio mas alto de Andalucía?, o ésta otra, ¿realiza vd, sus compras diarias en el centro comercial recientemente inaugurado en El Ejido?; o quizá ésta otra, ¿ve vd, al Polideportivo Ejido en primera división?, o, en los próximos meses de estío, ¿va vd, a residir en su chalet de la urbanización mas cercana?.

¿Qué pretendo trasladar? con las preguntas precedentes; en definitiva que los ejidenses (sálvese quien pueda) hemos tenido como referentes unos modos de vida y unas maneras que evidentemente no se corresponden con la realidad. Ni se corresponden con nuestra forma de vida, ni con nuestra manera genérica y colectiva de ser. La inmensa mayoría de mis vecinos se levanta antes de que salga el sol, trabajan en el campo y en la gestión de sus fincas las horas diarias que hagan falta sin apenas consultar el reloj; y finalmente viven más o menos holgadamente pero sin aspavientos; y aunque alguno de nosotros haya caído en el error de enseñar a las visitas, como atractivo turístico, el número de sucursales bancarias que existen en el Bulevar; la realidad práctica es que los mas tenemos deudas contraídas con ellos; mas que los menos que dispongan de depósitos a plazo fijo.

En definitiva lo que reclamo es que empecemos los ejidenses a hacernos valer y dar una imagen exterior, mas por lo que somos que por lo que tenemos o no tenemos.
Decía Antonio Machado que “tan solo el necio confunde valor con precio”, y lamentablemente nuestra imagen exterior la tienen ganada quienes alardean de poseer, en tanto que, lo pagamos todos, aunque seamos mas, los que solo tenemos el ser.

Claro que no debe sorprendernos que siendo uno de nuestros déficit, el cultural, hasta nuestras mas “insignes” representantes pronuncien mal el término. Para finalmente ser “reconocidos” fuera, por una imagen que para nada se corresponde con nuestra realidad cotidiana; siendo como somos gente esforzada, con iniciativa, trabajadora y hasta solidaria aunque las imágenes del 2000 digan otra cosa; los mas nos quedamos en casa, aunque las consecuencias las paguemos todos…

Reproduzco aquí el comentario de un lector del blog, que entiendo está en la misma línea y que por su contenido merece estar en la primera… “Nosotros los ejidenses, debemos iniciar colectivamente un proceso de identificación de los fallos cometidos, reconocer que el modelo de sociedad al que hemos aspirado todos estos años, no ha sido ni mucho menos un acierto; que lo ocurrido es un fiel reflejo de la forma de vida pretendida por la inmensa mayoría de ciudadanos. Esto nos tiene que servir para rectificar a tiempo, de lo contrario, tropezaremos en la misma piedra”.

Y estando convencido y compartiendo literalmente lo que dice el lector anónimo ¿seremos conscientes de la necesidad del cambio colectivo? ¿o será verdad que el ser humano es capaz de ser el único animal que tropieza reiteradamente en la misma piedra?.

Imágenes como la de unos brutos apaleando periodistas a las puertas de la cárcel de Albolote por la simple razón de no verse fotografiados, en modo alguno puede identificar al conjunto de la población; al menos personalmente, para nada me siento identificado.

La necesidad del cambio también pasa por no reconocerse en los modos y maneras de los brutos. Espero y deseo que los ejidenses no volvamos a tropezar en la misma piedra.